Durante los últimos 40 años, México ha mostrado una gran actividad en desarrollar amplias redes comerciales a nivel internacional y un gran afán exportador. Esto queda confirmado por los 12 tratados de libre comercio firmados con 46 países, de los cuales el más conocido es el TLCAN. Así como la participación en 32 acuerdos para la promoción y protección de inversiones y 9 acuerdos económicos de alcance limitado. Todo esto hace que México sea, sin duda, uno de los países con mayor número de acuerdos comerciales del mundo.
Esto nos beneficia desde el punto de vista formal, ya que disponer de tantas relaciones comerciales nos debería permitir diversificar nuestra oferta comercial. Sin embargo, en muchas ocasiones observamos que, a pesar de los acuerdos, aún existen barreras que impiden que nuestros productos tengan libre acceso a ciertos mercados. Esto debido a la imposición de barreras no arancelarias (BNA), las cuales deberíamos tener en cuenta a la hora de valorar nuestra estrategia de exportación.
Tradicionalmente, las BNA son regulaciones impuestas por los gobiernos para dificultar o evitar la importación de determinadas mercancías sin elevar impuestos, con el objetivo de favorecer a los productores locales. Estas prácticas comerciales, se pueden considerar como una forma de proteccionismo que no utiliza aranceles sino regulaciones y estrategias diferentes a los impuestos.
Vivimos en un mundo en el que la media de los aranceles aplicados en el comercio mundial es del orden del 5%, los costes relativos al traspaso aduanero es de alrededor del 10%. Pero las BNA son verdaderamente las barreras que no se ven, pero que se sienten, ya que son del orden del 20%-30% del comercio internacional. Por eso, para los empresarios, estas barreras son las mas difíciles de valorar y que ocasionan los mayores riesgos.
Las BNA, por su naturaleza, son difíciles de conocer, interpretar y cumplir. Por lo tanto, no son tan transparentes, ofrecen poca certidumbre y muchas veces no resulta fácil interpretarlas, lo que puede dificultar su cumplimiento.
El número de BNA existentes es muy amplio. No obstante, algunas son más conocidas y se emplean con frecuencia en el comercio internacional de mercancías. Las BNA pueden ser cuantitativas y cualitativas, formales o informales, legítimas o ilegitimas.
Dentro de las barreras más usuales podemos señalar:
CONTINGENTE ARANCELARIO: Establecimiento de una cantidad o un valor máximo de importación de un producto, sujeta a la aplicación de un derecho de importación relativamente bajo o nulo. Cuando se superan los límites establecidos, suelen incrementarse los derechos de importación. Se establece un período de tiempo dentro del cual tiene vigencia el contingente.
PRECIOS DE ENTRADA: Este sistema establece un precio mínimo por debajo del cual la mercancía importada debe pagar derechos adicionales que se suman al derecho de aduana. Dichos derechos tienen como objetivo llevar el precio de importación al nivel del «precio de entrada», con lo cual los impuestos crecen a medida que la diferencia entre ambos precios se hace mayor.
PRECIOS DE REFERENCIA: (Bandas de Precio) Es un mecanismo estabilizador de precios que se aplica con el objeto de proteger la producción nacional de las fluctuaciones extremas de los precios internacionales. Las bandas de precios se fijan cada año, con un piso y un techo, de manera que los productos importados no ingresen a menor valor que el precio fijado, aun cuando su precio internacional sea menor.
RESTRICCIONES SANITARIAS y FITOSANITARIAS: Son requisitos relativos a la características sanitarias y fitosanitarias del producto que exceden los estándares utilizados internacionalmente.
LICENCIAS DE IMPORTACIÓN: Medida de carácter administrativo por medio de la cual se controlan las importaciones que realiza el país.
Así vemos la aplicación de licencias de importación, normas de origen, normas técnicas, etiquetado, restricciones cuantitativas a las importaciones, etc. que en muchos casos están destinadas a limitar la entrada de ciertos bienes o servicios extranjeros, incluso de socios comerciales, que compiten con la oferta nacional.
Esto se traduce en retrasos en las pruebas, complicaciones con las certificaciones, instalaciones inadecuadas para almacenar los productos durante los procesos de aduana, falta de acceso a la información normativa, que presentan desafíos y limitan la capacidad de planificar adecuadamente las estrategias comerciales y de precios de los empresarios.
En los últimos meses hemos sido testigos de la imposición de estas políticas proteccionistas por muchos países y el efecto negativo que están teniendo en el comercio global. Las constantes amenazas de Trump a los productos mexicanos y su guerra comercial con China son ejemplos claros, y preocupantes, de dichas prácticas.
Entonces ¿qué podemos hacer si queremos exportar?
En primer lugar, debemos consultar con las cámaras de comercio de los países de destino de nuestro producto. Asimismo, la Subsecretaría de Comercio Exterior dispone de información sobre los acuerdos comerciales firmados y su alcance; es la instancia que puede apoyarnos en disputas de comercio internacional. Por último, ProMéxico aún dispone de competencias y apoyos para la promoción de las exportaciones mexicanas.
Sin embargo, para evitar problemas en el cumplimiento de las normativas, es conveniente que, antes de realizar la operación comercial y hacer el embarque, el exportador se informe y se asesore con profesionales para comprobar que, en la medida de lo posible, su producto cumpla con las disposiciones exigidas en el mercado de destino (incluidas las barreras arancelarias y no arancelarias).
El exportador debe establecer una estrecha relación con su cliente en el extranjero y con su importador, los cuales probablemente conocen las regulaciones que rigen en su mercado.
Escrito por Carlos Arteseros Pisón
Socio Director de Intedya
carteseros@intedya.com