Estamos llenos de teoría, acumulamos conocimiento constantemente, desde las aulas, los libros, los maestros, la familia, los jefes, los amigos, y de las propias experiencias de la vida.
Tenemos todo el conocimiento necesario para convertirnos en todo lo que queremos ser. Pero además del conocimiento, están nuestras metas.
Si siempre nos han dicho que el conocimiento es la clave del éxito ¿por qué no logramos nuestros objetivos? Porque a pesar de lo que sabemos, a pesar de todo lo que conocemos, a pesar de nuestras experiencias vividas, sentimos que algo nos falta y no estamos plenos.
Esto sólo es por falta de disciplina, pero disciplina constante para aplicar todo lo que sabemos, todo lo que podamos.
Aprendemos, conocemos, aplicamos y analizamos los resultados; cuestionamos si éstos no son lo que esperábamos, entonces redefinimos. Hay que desaprender, volver a aprender, conocer y aplicar. Volvemos a analizar hasta tener los resultados que deseamos, resultados positivos, valiosos y admirables hasta tener una vida que cumpla nuestras metas y deseos. Pero esto solo lo lograremos con disciplina constante, de lo contrario serán resultados esporádicos.
Conocimiento y ejecución de forma constante, de forma consciente para accionar, hacer la acción, hazla ahora y hazla lo mejor que puedas.
Esto no es fácil pero tiene una recompensa significativa, pero no instantánea, la disciplina tiene un precio, y más la disciplina constante, esa que cambia los hábitos y que vale la pena la espera.
Si se siembre bien, se cosechará bien, recuerda por cada esfuerzo, disciplinado y constante, tendrás una recompensa múltiple.
Escrito por Fernando Zea
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