El fin de la segunda guerra mundial comprende una serie de acontecimientos que modificaron el curso de la humanidad. El gran cambio viene con la modernidad, equivalente, al desarrollo de la comunicación, el capitalismo y la sociedad de consumo. Esta crisis cultural y política producto de la barbarie no sólo dio paso a la muerte y el colapso, sino al despertar de un nuevo panorama artístico muy distinto al de las primeras vanguardias. Estas segundas tendencias fueron acogidas de modo natural y con mensajes menos traumáticos que las primeras. Entre ellas destacaron corrientes que privilegiaron la transición en el objeto cotidiano de lo habitual a lo artístico. Esta incorporación del objeto a la producción artística y el crecimiento de las artes neo representativas, como el pop art; inspirado en las artes menores como la ilustración, la fotografía y el cartel, abrieron el camino de manifestaciones que focalizaban un producto con base a un segmento preciso de consumidores.
Tal fue el caso de Andy Warhol, que inició como publicista y posteriormente se convirtió en uno de los iconos del arte contemporáneo. Las campañas publicitarias de Warhol creaban énfasis en las situaciones y objetos cotidianos. Algunas de sus obras ponían en relieve las malas experiencias del consumidor. Además, Warhol sentía fascinación por los productos de fácil adquisición como la sopa Campbell´s y personalidades relacionadas con el cine y la moda como Marilyn Monroe ,Elvis Presley o Marlon Brando.
Como bien es sabido, uno de los objetivos básicos del marketing es la focalización del producto a partir de la repetición, y en el caso de Warhol no fue distinto. La repetición de imágenes en sus obras nos recuerda los impactos publicitarios del día a día. Aunque Warhol proponía la crítica constante a las nuevas formas de consumo promovidas, lo cierto es que algunas de sus obras caminaron en el mismo sentido.
El dialogo entre estas disciplinas es indudable. Warhol elevó a categoría de arte la banalidad comercial. Y esta osadía resultó irreversible tanto para compradores como creadores. El comercio de la industria cultural hoy en día se encuentra basado en la comercialización y el valor del contenido, en su mayoría.
Alejandrina Rodríguez González