Actualmente vemos las redes sociales saturadas de información acerca de la nueva forma de criar, vemos en videos, imágenes informativas, tips de como criar de una manera distinta, a lo que nosotros adultos vivimos en nuestra infancia, pero… ¿realmente sabemos qué es? ¿de dónde viene? ¿es una moda? ¿para qué sirve?
Principalmente es importante aclarar, que el conocimiento respecto a la forma de criar no es algo nuevo, viene tiempo atrás gracias a distintos investigadores e investigadoras de varias disciplinas científicas como la antropología, biología, pediatría, psicología, neurología y etnopediatría. Juntos nos han podido demostrar mediante estudios ecológicos, empíricos y longitudinales que el tipo de crianza condiciona el desarrollo y la salud, física, y emocional de las personas, y sus consecuencias son individuales y colectivas, debido a la importancia de la infancia como cimiento del modelo de sociedad
Margaret Mead y Ruth Benedict, reconocidas antropólogas, plantean que se puede cambiar una sociedad cambiando la forma de tratar a los niños y niñas.
Pero entonces, ¿qué es la crianza respetuosa?
Se trata de una perspectiva que concilia la biología con la cultura, evitando forzar el proceso de desarrollo de los niños y niñas, siendo respetuosos y respetuosas de las necesidades físicas y emocionales infantiles, así como de los ritmos madurativos en el proceso de adquisición de hitos o avances en todos los ámbitos: cognitivo, emocional y motriz.
Y para lograrla es necesario tener información acerca del neurodesarrollo infantil, no sólo mamá y papá, sino toda la comunidad en la que los niños y niñas crecerán. Las investigaciones antropológicas han relacionado los estilos de crianza de las comunidades con sus sistemas de organización social.
Por ejemplo, Jorge Barudy y Maryorie Dantagnan mencionan en su libro de “los buenos tratos a la infancia” que, en la época de los recolectores y cazadores, los sistemas de crianza no se limitaban sólo a la madre, sino que incluían a todos los miembros de la tribu. Como dice la tradición keniana “haca falta toda una aldea para criar a un niño”.
Este estilo de crianza responsabiliza a toda la comunidad (familia, centros educativos infantiles, lugar donde vive, gobierno) del bienestar de cada niño, y a la vez cría niños y niñas con una gran seguridad básica que desarrollan sentimientos de confianza en los demás y forman grupos humanos en que las emociones que circulan son de confianza, solidaridad y respeto.
¿Para qué sirve la crianza respetuosa?
Todos los padres y madres, familiares e incluso las personas que se dedican a la educación infantil queremos que los niños y niñas se comporten bien, que sean seguros, inteligentes y felices, de eso no hay duda, sin embargo, quienes valoramos los derechos humanos básicos creemos que el forzar, humillar, privar a los niños y niñas de su dignidad, libertad o autonomía son medios que no justifican el fin.
Si la finalidad de la educación en la crianza es que los niños y niñas aprendan a manejarse en un mundo lleno de límites, entonces nuestra responsabilidad es educarlos y enseñarles a hacerlo sin que eso signifique humillarles o herirlos en el intento.
Y aquí es donde nos sirve la crianza respetuosa de forma consciente, ya que lo que “queremos es que nuestros niños y niñas sean capaces de distinguir lo aceptable de lo inaceptable, lo bueno de lo malo y lo positivo de lo negativo” menciona Sandra Ramírez en su libro “Sin gritos ni castigos”. Queremos que los niños y niñas cooperen, no que obedezcan, ya que la cooperación es voluntaria y se basa en el entendimiento de su rol en la dinámica familiar y que en el sistema familiar cuentan y son importantes.
Por otro lado, la obediencia se deriva de la sumisión y del miedo a la represalia por parte de la figura de autoridad, lo cual se traduce a una falta de confianza hacia sus cuidadores principales (padres, madres, familiares, educadores) lo que resulta perjudicial e incluso contraproducente, ya que les dejamos expuestos ante abusos físicos, psicológicos, sexuales y normalización de la violencia por parte de otras personas, como resultado de la falta de confianza en sus cuidadores o cuidadoras principales, lo que no permite que los niños y niñas recurran a estos en momentos de peligro por temor a los castigos, regaños o golpes previos, violentando así sus derechos humanos primordiales: vivir una vida saludable y sin violencia.
Si bien nos queda claro que la crianza respetuosa es de vital importancia para criar niños y niñas, saludables física y emocionalmente…
¿Cómo comenzar?
Esta es una pregunta muy frecuente y muy necesaria de responder. Para comenzar la crianza respetuosa es necesario principalmente hacer consciencia de que, utilizar los gritos, castigos y golpes son violencia y bajo por ningún motivo o circunstancia son válidos. Si bien somos humanos y podemos equivocarnos, es importante reconocerlo ante nuestros niños y niñas. Aceptar que nos equivocamos no nos hace perder autoridad o perfilarnos como débiles, la violencia sí, ya que demostramos que quien es más grande o quien grita o pega (golpea) más fuerte es más importante que el respeto y esto no crea a las personas que deseamos para la sociedad.
Por otro lado, necesitamos prepararnos. Criar respetuosamente no es una tarea innata, esta requiere de información acerca del neurodesarrollo infantil y cuales son sus necesidades físicas y emocionales. De acuerdo a la edad, debemos conocerlas para así comprender que hay detrás de su conducta, qué expectativas realistas debo de tener de acuerdo a la edad y etapa de desarrollo en la que se encuentra mi hijo o hija, para así poder respetar sus ritmos de aprendizaje y también crear estrategias que nos permitan acompañar y guiar a nuestros peques en el proceso de aprendizaje en el que se encuentran.
“Conexión antes de corrección”
Usualmente siempre buscamos corregir las conductas en lugar de comprender qué fue lo que nos quiso comunicar el niño o la niña por medio del llanto, la frustración, irritabilidad, tirar juguetes, morder, gritar o con el famoso “berrinche” o “pataleta” como comúnmente le llamamos. Incluso socialmente se utiliza el término “quiere llamar la atención” cuando esto no es algo malo; es necesario aun cuando somos adultos, queremos que se nos preste atención, comprensión y tenemos la necesidad de ser escuchados, esto sucede de la misma manera con los niños y niñas, únicamente que no tienen la madurez neurológica para pedirlo verbalmente, entonces recurren a comportamientos que puedan hacer reaccionar a la persona que se encuentra a su cuidado, pero ¿Qué sucede? Tenemos presentes mitos que imposibilitan prestar atención a los llamados de los niños y niñas, entonces se recurre a ignorarles, regañarles, pegarles, y gritarles.
Estas situaciones son realmente una ventana de aprendizaje, una oportunidad para acercarnos a ellos y ellas, tocar su hombro, verlos a los ojos y con una voz en calma demostrarles que cuentan con nosotros, si nos permiten abrazarles, tomarlos en brazos y hacer respiraciones profundas, con esto les enseñamos como calmarnos para poder hablar y posteriormente reflexionar acerca de lo que sucedió sin recurrir a la violencia. Un cerebro en calma está listo para aprender, un cerebro estresado estará listo para correr, pelear o huir, pero jamás para aprender.
Entonces la crianza respetuosa no es más que respetar ritmos, ser sensibles a las necesidades del niño y de la niña, escucharles con atención, estimular el aprendizaje sin forzar, crear oportunidades de aprendizaje para que ellos mismos conozcan de que son capaces de hacer, reconocer sus logros, poner límites de manera firme y amable explicando por qué no debemos hacer ciertas cosas pero que sí podemos hacer, darles alternativas en lugar de imponer siempre nuestro deseo, y una de las herramientas más importantes es la “anticipación”, a cualquier edad; esta nos da calma saber lo que viene, como debemos actuar en ciertas situaciones, que esperar en ciertos lugares y como debo de comportarme, me permite organizar la experiencia y así sentirme segura.
Pues de esa misma manera funciona en los niños y niñas, la anticipación, la cual nos permite librar bastantes batallas de poder entre madre/padre e hijos/hijas, por ejemplo: si necesitamos ir al banco, y sé que habrá tiempo de espera, entonces le anticipo a mi hijo/hija que iremos a un lugar llamado banco, en donde las personas tienen que esperar por algún tiempo su turno, y le pregunto si le gustaría llevar algún juguete, cuento o libro para colorear y jugar mientras esperan.
Posiblemente haya momentos de desesperación, pero serán menores a comparación si los llevamos sin previo aviso, sin saber qué esperar. Hay un sinfín de estrategias para lograr una crianza respetuosa, aquí solo tocamos algunas, pero es importante buscar información y principalmente apoyarse de profesionales especializados en infancia, para que nos guíen y desaprendamos crianzas autoritarias como las antiguas.